Despues de dictar el taller de Autoestima para niñas y adolescentes pude reafirmar algunas reflexiones acerca del miedo que ya sabía, otras que no tanto, y hoy quiero compartirlas

Cuando logramos reconocer (sin miedo) que sentimos miedo, éste empieza a perder fuerza. Solo tenemos que abrazarlo, aceptarlo, mirarlo de frente, preguntar de dónde viene, qué lo produce, qué quiere conseguir, si es verdad o no, y finalmente respirarlo. Cuando hacemos ésto vamos recordando poco a poco que somos más grande que él, y que éste no es más que una creacion nuestra por lo tanto somos su dueño y no a la revés.

Y quizás el mayor regalo de estas participantes que con su ingenuidad pero con su sabiduría innata me enseñaron es que hay que mantener siempre vivo a nuestro niño interior. Escucharlo, consentirlo, conversar con él, tomarlo en cuenta varias veces al dia y al hacerlo estaremos haciendo un poco más feliz a nuestro adulto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario